Grupo emocional IV:
Abatimiento o Desesperación
(Larix decidua)
Descripción del Dr. Bach:
“Para los que no se consideran a sí mismos tan buenos o capaces como los que les rodean, que esperan el fracaso, que sienten que nunca tendrán éxito, por lo que no se atreven o no hacen un esfuerzo lo suficientemente fuerte como para tener éxito. – Los Doce curadores y otros remedios. “
El alma de las personas que necesitan Larch con frecuencia y no siempre poseen la fuerza y la resolución para ponerse a la defensiva respecto a estos programas negativos en su interior. Es una pena, porque en su mayoría no sólo están tan capacitados como los otros, sino mucho más.
“Un ejemplo típico: la ayudante del jefe de compras de una cadena de almacenes, donde empezó como secretaria, prueba en el curso de los años ser más eficiente y capaz en su actividad que su superior. Al quedar vacante el puesto de jefe de compras en otra sección, colegas bien intencionados le aconsejan postularse para el cargo, pero ella rehúsa so pretexto de tener sólo la preparación de una secretaria, un argumento que bajo una consideración más realista de su preparación actual carece por completo de fundamento. Al mismo tiempo, cita admirada el caso de una amiga que se atrevió a dar un paso análogo y supo salir adelante. En sus palabras no se percibe envidia (Holly) ni resentimiento (Willow), sino sólo una modestia que a sus colegas les parece improcedente, una falsa modestia que pretende encubrir su anhelo desconocido del propio desarrollo.”
Si en la vida de muchas personas se convierte en un problema reconocer sus propios límites, en el estado Larch ocurre exactamente lo contrario. De antemano, aceptan como lógicos determinados límites, aún más los dan por descontado y al chocar con ellos, cesa toda actividad.
Con frecuencia, los caracteres Larch dan la impresión de ser muy «razonables» y justifican con aparente lógica por qué no saben o no quieren realizar determinadas cosas: «A la larga, en mi calidad de mujer no tengo ninguna oportunidad»; «No he cursado el bachillerato como las demás»; «Me gustaría, pero ya sé que no lo lograré…».
Los fundamentos de estos auténticos complejos de inferioridad se generaron en la mayoría de los casos ya durante la lactancia, si no antes. Con frecuencia, el bebé ya succiona con la leche materna las posturas negativas de los padres. La expectativa de fracasar actúa, por así decirlo, como un automatismo incorporado que se refuerza con cada nuevo fracaso, y al mismo tiempo provoca más fracasos. Un círculo vicioso.